Por Verónica Morano | ver perfil
El augurio de un día soleado, en un ambiente natural y apacible, enmarca la expectativa con la que comienza la temporada acuática para los entusiastas nadadores de aguas abiertas. El puntapié inicial lo da el maratón de Baradero, que reúne a unas 500 personas temprano en una mañana dominical, vestidos en dos piezas, sungas y enteras, excedidos de peso o en línea total.
La jornada de la competencia arranca con nervios, sensaciones encontradas y con la adrenalina puesta al servicio de una carrera que siempre parece larga, pero termina siendo más corta de lo previsto. Los nadadores apuramos frutas frescas, cereales y fibras antes de partir del hogar en busca del resto de los nadadores con los que compartiremos el día esperado.
El grupo con el que nado en Almagro desde hace más de una década se predispone a participar de esta contienda deportiva bien conocida por nosotros. No obstante, todos los años nos repreguntamos si tenemos ganas de asistir, si podremos mejorar nuestro rendimiento, y sobre todo si la organización de la carrera hará lo suyo también para que todos la pasemos lo mejor posible.
A la hora de la inscripción, muchos no olvidamos algunas desavenencias por las que pasamos cada año. Por caso, si bien hay una buena cantidad de embarcaciones disponibles cuidando nuestra seguridad en el agua, los traslados hacia la largada y el regreso, hacinados en transportes de basura, sucios, oxidados, y principalmente inseguros, no se suman a las bondades de la carrera. Ahí es cuando nuestro deseo cae en la cuenta de que la realidad es diferente. Los camiones no tienen facilidades de acceso a pesar de su gran altura, una queja común entre quienes nos disputamos espacio para llegar a la largada. Pero siempre encontramos hombres gentiles que estiran sus brazos para que todos podamos subir.
En otras carreras, el uso de los micros es moneda corriente. Los hay de mayor y menor calidad, pero en ningún municipio bonaerense ni en otras provincias han optado por trasladarnos en transportes tan inseguros. Si bien los organizadores registran el malestar y dicen estar trabajando para mejorar estos inconvenientes, espero con gran interés que abandonemos las condiciones precarias y le asignemos a la seguridad la importancia que merece, teniendo en cuenta otros malos ejemplos que han impactado en nuestra sociedad.
Del mismo modo, muchos compañeros, recuerdan el mal trago al llegar a la orilla al término de la carrera con grandes cortes debido al terreno pedregoso. Una rampa podría prevenir también estos malos momentos.
Nos gusta participar y nos motiva hacerlo en la ya tradicional de Baradero. Ojalá este año nos sorprendamos por los cambios realizados desde la organización.
De todos modos, el reciente anuncio de un asado para carnívoros y vegetarianos al término de la carrera por parte del gran Rober, resulta una inspiración sin precedentes para participar motivados de un evento social que, por sobre todas las cosas, nos acerca mucho como grupo y nos llena el espíritu y la panza.
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