Las carreras en aguas abiertas convocan a una buena cantidad de gente. No suelen venir muchos nadadores del exterior como sí ocurre en las pedestres, pero participamos entre 300 y 800 personas, un número nada desdeñable.

Muchos representan a clubes, otros son grupos de amigos que se reúnen a nadar en un mismo horario e institución, hay quienes van solos, pero casi todos perseguimos el mismo objetivo seguramente: superar el nuevo desafío, pasarla bien y mejorar nuestra performance.

Algunos van a buscar la medalla y a otros los tienta más el asado con el que los espera algún familiar al terminar la carrera. Estoy casi segura de que la gran mayoría tenemos rutinas para nadar, que hacemos el esfuerzo de buscar un respiro en la vorágine laboral o de estudiante y de tener que sacrificar tiempo a la familia por algo que nos apasiona. Cada uno sabe cuánto sacrifica y deja para estar lo mejor preparado posible para estos desafíos.

Según los organizadores, la presencia de nadadores de elite contribuye a dar prestigio a sus carreras. Para los que nos preparamos todo el año para estos desafíos, la participación de un nadador profesional no persuade a ningún indeciso a formar parte de un maratón.

Lo más importante del caso es tener en cuenta que la participación de deportistas de elite de ninguna manera debe mezclarse con los nadadores amateurs. Por eso, existen categorías. Del mismo modo que las mujeres y los varones se separan, un cincuentón no puede competir con un adolescente, un amateur no puede enfrentarse a un profesional.

Los amateurs tenemos un trabajo y la natación resulta un hobby, un espacio social de recreación, una pasión. Los de elite viven de nadar y buscan financiamiento, que es bien diferente a la dedicación de los que no somos expertos. Entonces ¿por qué un organizador hace competir en desigualdad de condiciones a un nadador amateur con un profesional?

El río tiene lugar para todos, pero la premiación tiene que ser fair play. No admito que los que participamos en la misma categoría etaria que los nadadores de elite nos perdamos esa oportunidad que vamos a buscar. Sobre todo si el mismo organizador tropieza dos veces con la misma piedra, luego de haberle resaltado en otras oportunidades esta situación despareja.

¿Por qué razón los nadadores amateurs aceptamos que en algunas carreras pasen estas cosas? Por mi parte, lo repudio, lo reclamo y espero que no vuelva a pasar.