Por Hernán Surian | ver perfil
Eran las 6:30 hs. del sábado y recién me despertaba, ¡había que presentarse a las 8 en el balneario Afrika de Villa Gesell y ahí estaba yo en pijama y en Mar del Plata! (pasamos la noche ahí porque tengo un departamentito). La idea era salir 6:45, recorrer los 108 km. por la ruta 11 y llegar tranquilos al balneario para la acreditación correspondiente.
De repente…Plan B: apurarse y tratar de no olvidarse nada.
Salimos a la ruta a toda velocidad: mi compañera Coty, tranquilizándome con el horario; mi amigo Edy, recién llegado de EEUU para una visita fugaz de fin de semana - y quien hace aproximadamente 28 años que no volvía a las costa atlántica - y yo, claro está. Con el apuro no chequeé la ubicación del balneario, pero ¿quién no va a conocer el balneario Afrika cuando es la 35ª vez que realiza esta competencia!
Llegamos a las 9 aproximadamente a V. Gesell y comenzamos a preguntar por la ubicación del balneario, ¿quién mejor que un policía de tránsito?, “(…) dobla en la primera a la derecha, agarra la peatonal que ya no es más peatonal y después derecho por la 3 y para luego (…)”; al fin de cuentas, llegamos a una calle sin salida en la playa ¡y ni novedades del balneario! Después, le preguntamos a un encargado de edificio – “éste si la tiene clara”, me dije - “retoma una cuadra, dobla a la derecha y anda hasta la punta, es ahí (hacia Pinamar)” llegamos…y nada. Luego, le preguntamos a 2 muchachitos que iban a la playa, “noooo, es para la otra punta, terminando Gesell (hacia Mar de las Pampas)”, - ¡maldición! ¿Puede ser que nadie sepa dónde queda este balneario! Seguimos preguntando hasta que… ¡por fin lo encontramos!
Arribamos a las 9:30hs. - por suerte todavía estaban acreditando -, me anotaron el número 78 en los dos brazos (lindo número ¡el del mundial!) y me dijeron que en un rato llevarían a todos los nadadores al lugar de largada, el parador 160 (el mismo lugar en el que hace un par de años estuve con mis compañeros de equipo). Esta vez, no tuve la suerte de poder compartir esta carrera con ellos; si bien era gratis y parecía accesible, por h o por b, las cosas se fueron complicando y de 11 seguros, quedaron 7, luego 4, 3…Igual no me puedo quejar por la compañía y el aguante que me hicieron tanto Coty como Edy (¡que equipo!)
Daban las 12 del mediodía y todos los nadadores nos encontrábamos ya listos, detrás de una línea imaginaria que nos recalcaba la organizadora y.... ¡largamos!
“Al agua pato” me dije e inmediatamente después pensé, “primer objetivo: cruzar la rompiente, para llegar a la primera boya, luego doblar a la izquierda y después darle derechito no más”; pero para eso, debía atravesar la canaleta, llegar hasta el banco de arena, sortear las olas que arremetían con fuerza como diciendo, “si no sos guapo/a no pasas”( claro, la bandera que flameaba en la playa era roja y negra…que más se podía esperar) y recién ahí empezar a nadar hacia el objetivo anaranjado. Nadé el primer tramo con el número 93 pero al llegar a la boya, lo perdí de vista; el agua estaba fabulosa - un poco fría no más – y ahí caí en la cuenta de que me había olvidado la vaselina en casa. Segundo objetivo: divisar el muelle. Sabía que faltaba bastante para eso y los pensamientos acerca del frío y el olvido de la vaselina comenzaron a fustigarme – “tengo que distraer mi mente con algo, cantar, todos cantan, ¿pero qué?, la mayoría del equipo lo hace con Coldplay, mmm, no sé ninguna, sí recuerdo el video de las marionetas, pero no alcanza, Soda..., no, no me acuerdo, ¡pero la pucha digo!”.
Durante el primer tramo hubo un poco de viento, lo que hacía que al respirar, gotitas de agua salada llegaran hasta mi garganta, algo muy molesto, tenía la lengua tan hinchada por el sodio que me propuse no condimentar con sal la cena de esa noche…
Diviso el muelle y calculo entre qué edificios está para tener una referencia estimativa y usarla como guía. En eso veo a unos 3 metros a mi derecha una gorra celeste, nadamos un largo tramo juntos, luego lo tengo face to face y al minuto, se suma una gorra azul a mi izquierda a unos tres metros. Nadamos los tres juntos por un tiempo, en eso la gorra celeste pasa a la izquierda y al ratito a mi derecha nuevamente - o su GPS interno anda mal o está practicando zig zag usándonos de conitos. Al rato veo al de gorra celeste sin sus antiparras tratando de ver hacia donde dirigirse, eran naranja similares a las suecas, igual que las que uso yo en color verde aunque las mías no se empañaban (claro, no deben ser de Swimmers).
Mi amigo, el mar, se venía portando de maravilla: el viento había mermado y por momentos venían unas olitas de atrás que me empujaban hacia adelante como diciendo, “no te preocupes que yo te ayudo”.
Mientras pasaba por delante del muelle, mi temor casi se hace realidad: al respirar por mi derecha veo que una fina línea zurca el cielo. Era la tanza de un pescador que en su extremo tiene un anzuelo mortal para el pobre pescado y muy doloroso para el incauto nadador. La gorra celeste me advierte sobre la línea y aprovecha para consultarme por el tercer objetivo: la segunda boya naranja; “ahí adelante” le grito, tratando de no perder el ritmo de nado. Trato de acelerar y recuerdo que eso se llama sprint final - claro, como últimamente me dedico a filmar las carreras tranquilo sobre un bote, charlando y bromeando con los tripulantes, ya perdí un poco el ritmo y mi sprint final pasó a ser el de apurar al timonel para poder llegar a la costa antes que el primer nadador y poder así filmar su llegada y la de todos.
Llegué a la última boya y doblé a la izquierda apuntando en diagonal a la costa para llegar lo más cerca posible al balneario. Recuerdo que la última vez que la nadé, barrené una ola para llegar más rápido pero me revolcó tanto, que perdí mis antiparras en esa maniobra; no iba a cometer el mismo error hasta que … ¡ups! volvió a llegar la ola por atrás, me revolcó nuevamente hasta que sentí la arena y dije, “tierra, tierra”.
Salí a la superficie con las antiparras en la mano, (“ja, esta vez le gané, vamos uno a uno”) y vi una mole de casi 2 mts.y100 kg., moviendo los brazos y alentándome: era Edy (me puso muy contento verlo). La carrera finalizaba al tocar la mesa, que por suerte estaba debajo del arco de llegada y no en el bar.
El chocolate caliente fue como un néctar para mi boca salada. Ahí estaba Coty, contenta de que me había visto nadar y llegar -creo que ya no me creía que yo también nado aguas abiertas- y nos fundimos en un fuerte abrazo...
No sé como salí en la posiciones. Mi meta era nadar la carrera y disfrutarla al máximo y lo logré. Este tipo de carreras es lo que más me atrae, cuanto más difíciles son, mejor.
Debo agregar que la organización fue casi impecable salvo por la largada a las 12 del mediodía: muy buena cobertura de canoas, guardavidas y botes en el agua, y la hidratación final ¡impecable!
Me salpicas con espuma inundada de misterios,
Y yo me acerco y te salpico sabiéndome tan pequeño,
Me sumerjo en ti y me meces con tus olas.
A veces me arrastras, me llamas desde tus corrientes mar adentro...
Te llevo, mi mar, hacia donde la tierra
huele y donde el viento choca con las rocas
Pero te llevo hasta la próxima.
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